POSEIDÓN, SEÑOR DE LAS AGUAS
Poseidón es uno de los principales dioses del panteón clásico. Junto a Zeus y Hades, este tomó parte en el reparto de las áreas de influencia de los dioses sobre el universo, correspondiéndole el gobierno de las aguas marinas y subterráneas, por lo tanto es el señor de los mares y los océanos, fue considerado como una de las divinidades más poderosas, a la que los hombres debían rendir culto si deseaban que sus viajes y empresas marineras tuvieran un final feliz.
Era uno de los hijos varones de Cronos y Rea, el cual fue una de las víctimas de la furia devoradora de su padre, cuando el pequeño Poseidón creció, fabricaron para él la que sería su arma predilecta: el tridente cetros de tres puntas que se ha convertido en un símbolo de su presencia divina.
Poseidón se unió a su hermano Zeus en la lucha contra Cronos y los titanes, lucha en la que los dioses más jóvenes salieron victoriosos, se convirtió en el rey soberano de las aguas. Sin embargo, los poderes de Poseidón no terminaban aquí, según una tradición muy antigua, era también el responsable de los terremotos y los movimientos de tierras, posiblemente al relacionar los antiguos griegos estos fenómenos con algún tipo de alteración en las aguas subterráneas sobre las que flotaba el mundo.
Poseidón mantuvo con diosas y mortales, resultado de las cuales fue una numerosa descendencia, la principal pareja de Poseidón es Anfítrite, una divinidad del mar hija del dios Nereo la cual conoció en la isla de Naxos, bailando con el resto de las nereidas, y se enamoró de inmediato de ella, sin embargo, rechazó las propuestas de matrimonio del dios y, para huir de éste, se refugió junto a Atlas en el confín del mundo. Poseidón, ardiendo de amor por la nereida, envió a todos sus criados en su busca. Uno de ellos, Delfino, logró encontrar a Anfítrite y, con sus súplicas, la convenció para que se uniera en matrimonio a su señor, se creía que entro los hijos que tuvieron estaban los delfines y las focas. Su hijo varón más célebre fue Tritón, una divinidad que, soplando una caracola, podía levantar grandes tempestades o calmar las aguas a su capricho y voluntad. 
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